Quien más y quien menos, todos hemos deseado siempre que los nombres de los “tiempos” verbales tuvieran aunque solo fuera un poquito más de relación con su significado y uso reales. O por lo menos que no contradijeran abiertamente ese significado.

Probablemente hemos deseado que, por ejemplo, la forma más temporalmente, modalmente y aspectualmente definida del sistema se dejara de llamar Indefinido porque algún gramático notable pensó que si alguien dice que vio algo no podemos estar seguros de si siguió viéndolo o no (sic). Quizás hemos deseado inmediatamente después que ese viejo Indefinido no se renombrara Pretérito Perfecto Simple por oposición a un Pretérito Perfecto Compuesto (he visto) sobre una base puramente formal (simple-compuesto) que no dice absolutamente nada sobre su significado o uso. O que el Condicional dejara de ser pensado como una forma condicional para hablar del presente o el futuro y pudiera sugerir de manera lógica sus igualmente normales usos de suposición en el pasado (“Serían las 4 cuando llegó”). O que el nombre de los Pluscuamperfectos dejara de sugerir que en “Lo había matado” la víctima está más muerta todavía que en “Lo mató”. O que el Condicional compuesto y sin novio adoptara una denominación que permita verlo como pareja de hecho perfectamente correspondiente de cualquiera de los otros dos pluscuamperfectos (Sé que lo había matado / Supongo que lo habría matado / No creo que lo hubiera matado), es decir , como el “Pluscuamperfecto que realmente es, el pobre, sin que nadie haya tenido la delicadeza de reconocérselo. Etcétera, etcétera. Etcétera.

Mi actitud hasta ahora ha sido muy radical en la explicación, haciendo de la lista tradicional de tiempos un sistema coherente e interdependiente basado en significados espaciales, en lugar de temporales (aquí, aquí y aquí). Pero esta actitud ha sido, por el contrario, muy conservadora en las denominaciones, lo cual acarrea la contradicción irresoluble que explicará un simple clic en la siguiente imagen:

Por un lado creo que sigue habiendo razones para ser conservador, ya que estos nombres, por ridículos que sean, son ampliamente compartidos y por tanto ayudan a saber a qué nos referimos de manera económica. Es como llamar a un niño bizco Casimiro: es sin duda una crueldad, pero por lo menos sirve para que el niño deje la pelota y acuda a comer. Pero por otro lado, también creo que llega un momento en la vida en que hay que mirar a la injusticia a la cara con la barbilla alta y la daga presta. Como instruyó Cortázar:

El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la Real Academia Española si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

La siguiente propuesta, por tanto, es el resultado tentativo de un compromiso que he decidido asumir con la vista puesta en que el nombre de las formas verbales guíe, más que divierta, a sus usuarios. Soy consciente de que es ambiciosa, pero no profeso un aprecio especial al orgullo de integridad de quien habla de los mareos desde el muelle.

El objeto fundamental de este borrador de nuevos nombres para viejos tiempos es el de preservar la sistematicidad y la correspondencia entre formas, de manera que sus usos, siempre atomizados, incoherentes y dispuestos a presentar excepciones a lo largo y ancho de nuestros libros, puedan empezar a ser comprendidos como lógicos por la propia denominación más que ser ensombrecidos por ella. La idea fundamental, en definitiva, es hacer visibles las leyes de correspondencia del mapa operativo del sistema verbal que en los propios nombres de las formas verbales.

Ante ustedes, pues, el estallido de una revolución de dimensiones áulicas en el modo de nombrar -y entender- las formas verbales en español. Cuando estén emocionalmente preparados, y solo cuando lo estén, pueden hacer clic en el tupido velo que por siglos ha ocultado la verdad:

¿Puede esta terminología ser operativa para profesores/estudiantes de ELE? Por si no lo pareciera, que no lo parecerá, propongo una versión que permite entrarles por allá de donde vienen (el tiempo) para llevarlos suavemente a allá a donde les resultaría más rentable ir (al espacio). ¿Penetrará esta innovación la impenetrable tradición didáctica de los tiempos que significan solo un tiempo pero que luego al final resulta que cada tiempo puede significar todos los tiempos?

Si los conceptos que organizan el mapa son transparentes, perfecto. En el probable caso de que suenen, que sonarán, a populosa lengua oriental, puede desplegar sus significados con un clic aquí:

Metalenguaje

Presente no es un tiempo, es un espacio en sentido etimológico: es ‘lo que está delante’ (prae-essere). Si esta extensión espacial se quiere aplicar al tiempo, aplíquese la metáfora ‘EL TIEMPO ES ESPACIO’: lo que está delante es el ahora. Pero el futuro también está delante. En términos de tiempo, pues, el viejo Presente es un nuevo espacio conocido por el nombre de presente-futuro.

Pasado no es un tiempo, es el espacio de las historias. El pasado está en la mente (“Quería hablar con ella cuando fuera posible, pero no fue posible”). Pero la ficción está también en la mente (“Quería hablar con ella si fuera posible, ¿podrá ser?”). Historias verdaderas en el pasado, historias de una memoria inventada, historias de niños, historias corteses, historias sobre un presente que no existe y que la gente se monta en la cabeza.

Actual es un concepto espacio-temporal: significa presente-futuro, pero también significa real.

Inactual es un concepto espacio-temporal: significa pasado, pero también irreal.

Perfecto significa, etimológicamente, ‘completo‘. El sistema ofrece un perfecto que es absoluto e independiente y se coloca temporalmente allá donde se quiere colocar, y 6 (o 7, con “hube salido”) perfectos que son siempre relativos al punto de referencia temporal de su forma simple correspondiente. El Perfecto absoluto representa eventos en sí mismos. Los perfectos relativos se refieren a la huella que esos eventos han dejado en sus espacios imperfectos correspondientes.

Imperfecto es un término que podría consignarse pero que también se puede económicamente sobreentender, ya que todas las formas que no son perfectas son imperfectas (y por eso solo lo he trasladado en términos gráficos con la figura humana que se dirige a la puerta). Más importantemente, el Imperfecto no debe entenderse en un sentido negativo, sino neutro: las formas imperfectas carecen del significado de completud, pero esto no implica que el hecho que representa no pueda ser completo. Con ayuda del contexto, los imperfectos también pueden representar acciones o procesos perfectos o completos, incluso el más comprometido con la “imperfección”: “Al filo de las 5 llegaba la comitiva presidencial”, “Soñé que estaba en la luna y de pronto aparecía mi prima”, “Lo mejor de aquella peli es cuando el malo se escapaba por el desagüe”, etc.

Positivo es un modo de declarar fuerte, basado en la experiencia de lo que es. Su efecto lingüístico es la afirmación, en el sentido aportación informativa de un sujeto al discurso. Una afirmación es la opinión de un sujeto acerca del mundo que se representa. Por ejemplo, “Ana tiene un perro / tenía un perro” son afirmaciones.

Aproximativo es un modo de declarar débil, basado el cálculo de lo que puede ser. El acto que ejecutamos con estas formas se puede llamar predicción siempre que entendamos este término en términos experienciales: la predicción no tiene que ver con el tiempo, sino (como en el caso de “afirmar”) con la experiencia: predecir es declarar cómo puede ser una determinada realidad de la que no tenemos experiencia. En palabras más llanas, predecir es aportar al discurso una conjetura sobre cómo puede ser el mundo que se representa. Por ejemplo, “Supongo que Ana tendrá un perro ahora / tendría un perro en aquel tiempo” son predicciones.

Declarar es afirmar o predecir.

No-declarar es no afirmar ni predecir, es limitarse a mencionar un hecho para decir algo sobre él. Por ejemplo, en “Me alegro de que estés aquí”, el sujeto no quiere declarar que la otra persona está delante de él. Menciona el hecho de que esa persona esté delante de él para declarar que ese hecho le alegra. (Lo que se discute ampliamente aquí y aquí  y se practica, por ejemplo, aquí y aquí).

Y en caso de estar interesados en comparar terminologías, clic aquí (solo se listan las 13 formas “vivas” del sistema):

Nomenclatura RAE 2011 / TG 2020

¿Epifanía? ¿Perplejidad? ¿Escándalo por el ultraje a la autoridad y la tradición? ¿Necesidad imperiosa de dejar en este evento histórico la impronta indeleble de un comentario? ¿Ganas de cenar y seguir con la serie, y allá películas?